La increíble hazaña de hacer una revista

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Comenzaron haciendo rifas y vendiendo libros para hacerse de recursos y el esfuerzo valió la pena; publicaron su primera revista de literatura y artes: Final del juego. Su distribución fue en prepas y con los recursos de la venta pudieron sacar un número dos, pero las diferencias entre los miembros del equipo dieron por terminado el proyecto.

Con la experiencia adquirida tres de los integrantes (Francisco Estrada Medina, Joel Castillo Guzmán y Samuel Bernal Martínez) se replantearon la idea de hacer una nueva publicación. Armaron el proyecto y buscaron una beca de CECA, obtuvieron el apoyo y lograron convertirse en la primera revista hecha por estudiantes de Letras Hispánicas en ser merecedora del estímulo del Estado.

Numen tuvo una duración de tres años, publicaron ocho números, siempre estuvo financiada por alguna institución pública. Intentaron hacerla con recursos propios, pero nunca pudo consolidarse un plan de negocios que diera sustentabilidad a la revista y terminó por desaparecer a la par de que los editores concluían la licenciatura.

La crisis económica es el factor clave para que se reduzca la producción de revistas literarias en la ciudad, y en eso coinciden editores, investigadores y los propios creadores de las publicaciones. Señalan que los costos operativos, la deficiente distribución, el poco interés de patrocinadores y del público hacen que sacar una revista se convierta en una labor titánica.

Espacios clásicos para la distribución de revistas como las librerías del Fondo de Cultura Económica, Ítaca, El Malasangre, el Tianguis Cultural, foros y cafeterías tienen sus exhibidores con poca oferta de impresos que registran el acontecer literario de la urbe.

En las décadas de los ochenta y noventa se vivió una profesionalización del trabajo editorial y aún se recuerdan proyectos como Trashumancia, El Zair, Última, Umbral y La voz de la esfinge, por mencionar algunas, que generaron a buenos escritores, profesores, periodistas, editores que hoy continúan trabajando en el ámbito literario y cultural contemporáneo de la ciudad.

Ya en la primera década del nuevo siglo tuvieron un trabajo digno Reverso, Parque Nandino, Numen, KY, Metrópolis y Replicante.

En la actualidad apenas se pueden contar a La Cigarra, Himen, Papalotzi, Fagia y Luvina.

Pulso literario de la ciudad

La tradición de revistas literarias y culturales en Guadalajara está presente desde mediados del siglo pasado y no se han dejado de editar, siempre con altibajos y claroscuros, señala Pedro Valderrama, autor de El perímetro de la hoja, las revistas literarias en Guadalajara, 1991-2000.

“El número de revistas que circulan en la ciudad es reflejo de las condiciones actuales de la literatura y cultura en la Entidad. Hay un menor número de revistas impresas circulando, continúa la edición, pero son pequeñas, delgaditas en su formato, no en la calidad de los textos”.

Según Valderrama, los editores enfrentan tres problemas: “El factor económico es clave, se debe buscar los fondos para asegurar las siguientes ediciones. Los apoyos del Estado piden que tengas varias publicadas y pues cómo vas a competir si sólo tienes una editada. El segundo, es la distribución. Es muy complejo hacer circular una revista, aquí los editores se cuestionan la posibilidad de venderla para hacerse de recursos. Y por último están los colaboradores, que en muchas ocasiones terminan siendo las mismas voces”.

Carlos López de Alba editor de la extinta revista Reverso señala que hay un “bache” en cuanto al número y calidad de las publicaciones existentes en la ciudad: “Sólo son prioridad para los interesados y es por ello que no haya tantas circulando. La edición literaria y de revistas es una empresa de riesgo y en estos momentos no ha habido depositarios de esta tradición”.

Los cambios en los hábitos de consumo en los lectores hacen que las revistas impresas sean poco atractivas, señala el poeta y periodista Ricardo Solís y añade: “El formato impreso tradicional está pasando de moda porque la red se vuelve cada vez más atractiva. El internet es un espacio que ofrece menores costos y da mayor proyección en algunos casos”.

Replicante es un caso de cambio de impreso a digital, la revista comenzó en octubre de 2004, su periodicidad era trimestral y publicó 21 números impresos. En 2010 mutó a internet, actualizando sus contenidos de manera mensual.

El proyecto de http://www.elfarocultural.com surgió gracias a la beca del CECA en la categoría de revistas electrónicas, durante un año recibieron recursos y actualmente sigue con su labor de promoción.

El reto de “La Cigarra” es constante

Alexia Haltelman, editora de La Cigarra, señala que el proyecto comenzó como parte de una actividad escolar universitaria, pero fue creciendo: “La revista en un principio fue una tarea de la facultad, pero nos gustó mucho la idea de hacerla y decidimos dedicarle más tiempo al proyecto”.

La Cigarra comenzó a circular en noviembre del 2012, a la fecha llevan siete números y preparan ya la siguiente edición.

Sobre la labor que representa hacer un número de la publicación Alexia expresa: “El trabajo para sacar una Cigarra es de tres meses. Invitamos a colaborar por medio de una convocatoria, luego hacemos una selección de los textos. Ya con los contenidos establecidos se hace la maqueta de diseño, para dar paso a las revisiones, impresión y distribución”.

El equipo de La Cigarra está integrado por Alejandro Cámara, Julio Rivas, Rubén Gil y la propia Alexia; entre los cuatro hacen todo el trabajo de edición, promoción y comercialización de la revista.

“Tenemos actividades muy definidas dentro del equipo, pero todos ayudamos a que la revista continúe circulando”, afirma Haltelman.

Actualmente la publicación cuenta con el apoyo de la Secretaría de Cultura a través de Proyecta, el programa de estímulos que otorga el Estado de Jalisco a las empresas culturales, además el de la Coordinación de Producción y Difusión de Artes Escénicas y Literatura de la UdeG.

“El apoyo de Proyecta da cierta tranquilidad, pero el objetivo es que la revista se autosustentable en sus costos”, advierte Alexia.

La Cigarra es una de las pocas revistas que se vende (30 pesos), se distribuye en Chihuahua, Ciudad Guzmán, Culiacán, Puebla y Xalapa, además de 12 puntos en la ciudad.

TOMA NOTA
Otras revistas en circulación

“Fagia” es el nombre del concepto que encabeza Arturo Verduzco, Jaime Rodríguez, en la edición. Su formato (un pliego de cuatro cartas) muestra poesía y fotografía de autores de Jalisco.

“Papalotzi” fue fundada en 2004 por Berónica Palacios, quien continúa al frente del proyecto de divulgación de la literatura y el arte emergente. La revista ha tenido apoyos del PACMyC y el CECA.

“Luvina”, de la UdeG, edita cuatro números al año. En sus contenidos se apuesta por la creación, ensayo y crítica literaria. Se distribuye en toda la Red Universitaria y otros espacios de la ciudad y el país.

SABER MÁS
Un pastel muy atractivo

El informe del sector revistas de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem) señala que en 2010 en México se invirtieron en publicidad cinco mil 513 millones 208 mil 586 pesos, pero estas cifras son difíciles de contrastar en lo local debido a que la mayoría de las publicaciones que circulan en la ciudad carecen de registro o no están afiliadas a la Caniem.

“Letras Libres” es la publicación líder en su género en el mercado hispano y cuenta con un tiraje mensual de 35 mil ejemplares, en 2012 manejaba tarifas que oscilaban entre 87 y 185 mil pesos por un espacio publicitario.

 

Fuente;http://www.informador.com.mx/cultura/2014/540952/6/la-increible-hazana-de-hacer-una-revista.htm

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